Presentamos ante la prensa y observadores internacionales documentos relativos a la campaña presidencial que dan cuenta de las características particulares de este proceso en El Salvador. Es una larga campaña –formalmente lleva más de 16 meses- que ha mantenido un ritmo mediático y territorial muy intenso y que ha postergado todo otro debate y toma de decisiones importantes.
Por primera vez en dos décadas, el gobernante partido Arena ha encontrado en el FMLN un oponente renovado que encarna la necesidad de cambio de las grandes mayorías y que ha despertado la esperanza en un pueblo sometido al atraso y la marginación.
Estas elecciones encuentran al país en medio de una profundísima crisis que se refleja en los índices altísimos de pobreza, marginalidad, carencia de servicios básicos, inseguridad ciudadana, desinversión, caída del empleo, deterioro del aparato productivo nacional y dependencia de las remesas que casi tres millones de salvadoreños en el exterior envían regularmente a sus familiares (constituyen casi un 20% del Producto Interno Bruto del país).
Más de 12 homicidios diarios sacuden a una sociedad de apenas 5,8 millones de habitantes, sumida en el miedo. No hay espacios públicos y no se camina por las calles después de las 8 de la noche. La extorsión a empresarios, comerciantes y trabajadores se ejerce de parte de pandillas y el crimen organizado ante la pasividad de las autoridades. El narcotráfico ha constituido en los últimos años una red poderosa que opera asociada a carteles internacionales.
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